El síndrome post- aborto es el resultado de realizar voluntariamente un aborto.

 

Supone un enorme conflicto personal en quien lo realiza, ya que la madre y, en su caso el padre cuando participa de esa decisión, toman conciencia de la dimensión de su acto y de la responsabilidad del mismo, al ser conscientes de haber suprimido la vida de un inocente por motivos personales.                                                                                            

Este síndrome afecta tanto al padre como a la madre, y suele dejar a ambos con una gran sensación de vacío y desesperanza.

Pero siempre es la madre, de cuyo seno se arranca la vida, la que sufre más el vacío y la tristeza de, siendo su vientre el lugar que engendra y protege a su hijo, haber decidido hacerle un daño tan irreparable como haberle quitado la vida.

Y en las consultas de psicología se comprueba a menudo que este daño se convierte en el mayor castigo y tormento de una madre.

En la mujer surge un conflicto entre cómo ha actuado y cómo debería haberlo hecho, un conflicto entre la destrucción de la vida o haber dado vida. El sentimiento de culpa se hace muy presente y constante en ella.

Suele ser una experiencia traumática y difícil de superar, sobre todo, porque para la sociedad, el problema de la mujer embarazada, desaparece cuando aborta, no considera ni puede admitir que tras el aborto las mujeres sufran grandes secuelas y queden realmente atormentadas. Y no lo puede admitir porque socialmente el aborto es algo legal y, por tanto, por definición se piensa erróneamente que no puede ser malo ni tener consecuencias negativas.

Muchas mujeres niegan sentirse afectadas por haber realizado un aborto y su malestar y efectos psicológicos negativos los atribuyen a otro hecho como mecanismo de defensa. Sin embargo, no podrán superar este acto hasta que identifiquen la raíz de su problema.

Para ello, se necesita la colaboración de una sociedad que asuma estas consecuencias y ponga los medios para ayudarlas y evitar también, que vuelvan a realizarlo.



Una mujer que decide abortar está asustada, actúa presa del pánico, no está bien informada y no encuentra apoyo o, no lo busca por temor en su entorno más cercano, no es consciente de las consecuencias de su decisión.

Ante la desesperación de no saber qué hacer, cómo cuidar a ese bebé, no tener medios económicos, estar sola, temor a la reacción de los padres, temor a perder a la pareja... la embarazada se plantea el aborto como única salida.

O bien porque percibe su embarazo como un limitación en su vida, a sus proyectos personales como una carrera sin finalizar, una posibilidad de promoción en su trabajo, un vida que disfruta...en definitiva, este caso sería por una actitud meramente personal y egoísta.

Si no existiera la posibilidad de abortar, la mujer asumiría su embarazo y buscaría ayuda para criar a su hijo.

Para referirse al aborto intencionado, en muchas ocasiones, se utilizan expresiones como "interrumpir el embarazo" o "evacuar el útero". Con estos términos sólo consiguen disfrazar este hecho con palabras menos claras e impactantes como "practicar un aborto" o "no permitir que continúe desarrollándose esa vida dentro del útero materno".

Debemos intentar comprender a la persona que quiere realizar un aborto para poder ayudarla dándole alternativas para que este acto no se realice.

Debemos dejarle muy clara la realidad de que a pesar de todas las circunstancias adversas que pueda tener, abortar es matar y que si lo lleva a cabo asesinaría a su propio hijo.


 

¿Por qué una mujer decide abortar? 

 

Síntomas más frecuentes pueden ser tanto físicos como emocionales.


 

 



Sufrimiento, depresión, hostilidad, anorexia, bulimia, desinterés, desesperanza, desilusión, aislamiento, imágenes recurrentes, pesadillas, dolor profundo.

Entre los síntomas frecuentes destacamos:

- Sentimiento de culpa. Con frecuencia quien practica un aborto niega haberlo realizado, debido a la culpa y a la tristeza que sienten relacionada con ello. Los síntomas pueden variar desde una depresión leve hasta ideas suicidas. También pueden surgir trastornos alimenticios o consumo de tóxicos. Cuando la culpa es muy grande conduce a sentimientos y comportamientos autodestructivos.

- Pesar y dolor. Tras un aborto muchas mujeres sienten una pena tremenda y un gran desconsuelo. La mujer se siente culpable de su acto y esa pérdida le genera un estado de duelo muy difícil de superar.

- Arrepentimiento. Se produce un cambio de actitud y de pensamiento. La mayoría de las mujeres que abortan se arrepienten profundamente de lo que han hecho, pasan de la idea inicial de que su problema se solucionaría con la práctica del aborto a un sentimiento de pérdida profunda, pérdida de algo que no podrán recuperar.

- Agresividad. Otros de los síntomas más frecuentes tras la realización de un aborto es la actitud agresiva que algunas mujeres desarrollan hacia las personas que han intervenido y le han apoyado como la pareja, médico, amigos o familiares que le animaron a llevarlo a cabo, o simplemente que no le persuadieron para no hacerlo.

Se revive continuamente el momento traumático del aborto de un modo muy profundo, recuerdan la ropa que llevaban ese día, como era la habitación, con frecuencia se preguntan cómo sería el niño, la edad que tendría en ese momento.

Suelen justificarlo diciendo que no tenían otra opción, pero la realidad es que no consiguen olvidarlo.

Si se diesen a conocer las secuelas del aborto y se dejase de disfrazar lo que en realidad es un aborto, cambiaría de manera rotunda la opinión que algunas personas tienen sobre esta práctica.

 

Dª. Trinidad Aparicio Pérez

Psicóloga. Especialista en infancia y adolescencia.

Granada.